Tanto Clarín como La Nación, en notas publicadas en los últimos días, hacen una cronología de los condicionamientos que Milei su equipo aceptan para recibir un salvataje financiero que maquille el fracaso de su plan económico que, si hubiera que sintetizar, se limitó a una brutal transferencia de recursos de las mayorías a las minorías, basado en un esquema de rapiña financiera; en el aplastamiento del mercado interno, verdadero motor de la economía nacional y en la aceleración del ciclo de deuda para sostener el esquema especulativo.
“Esa palabra, que Milei despreció durante meses volvió al día a día de las conversaciones en el Gobierno porque fue la condición más importante que puso Donald Trump para activar el paquete de rescate a la Argentina”, cita Ignacio Miri en Clarín y agrega una frase de alto impacto que da título al artículo: “sin gobernabilidad no van a llegar esas inversiones. Tienen que hacerse cargo los adultos de cambiar las cosas en el Gobierno”.
También vale la pena citar un párrafo completo de la nota de Nicolás Balinotti en La Nación, que dice: “La crisis en la que quedó envuelto Milei tiene dos aristas que se entrelazan. Una política, acentuada por la derrota en la provincia de Buenos Aires y el daño en la credibilidad y honestidad que le causaron los episodios de la criptomoneda $LIBRA y la filtración de los audios de Diego Spagnuolo que advirtieron sobre una presunta red de sobornos en la Agencia Nacional de Discapacidad que salpicó a su hermana Karina. El tembladeral que provocaron estos dos sucesos se potenció por el escándalo de los nexos narcos del diputado oficialista José Luis Espert, investigado por la Justicia y hasta hace nada la principal apuesta de Milei para disputarle los votos al peronismo en su bastión. Un encadenamiento de infortunios que se desconoce por ahora su verdadero alcance”.
Un diagnóstico que solo puede desmentir un fanático de las “ideas de la libertad”.

Vocación de colonia: el equipo económico argentino se pasó una semana en Estados Unidos y posó sonriente en la parte trasera de la Casa Blanca, como si estuvieran de viaje de egresados.
Un círculo vicioso que siempre terminó mal en la Argentina y que nada indica habría de culminar de otra manera. Con un agravante, todo se da en el marco de una preocupante escalada de violencia, que es el único modo de hacer pasar esto, dada la histórica resistencia del pueblo argentino a estos planes.
Los miércoles de represión, casi naturalizados por su repetición; Pablo Grillo que pelea por su vida desde marzo y los discursos violentos, por tomar apenas algunos ejemplos, son represión concreta pero, sobre todo, amenaza latente.
Un “van a correr zurdos”, pero en la vida real y no en las redes.
Los voceros de la conversión de colonia para los “americanos”
Es extraño, acaso síntoma de la asunción de lo impopular que va a terminar siendo todo esto para el Gobierno, que el jefe de Gabinete Guillermo Francos haya planteado el viernes en una entrevista con Radio Rivadavia que no creía “que una parte del acuerdo con Estados Unidos sea excluir a China».
Se refería a los dichos de Scott Bessent, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, que hasta ahora es el vocero oficial de las negociaciones de carácter casi secreto que llevaron adelante los integrantes del equipo económico, que se pasaron casi una semana en Washington, como si fuera la época en que se viajaba en barco a la Metrópoli desde las Colonias.
