La disputa por la hegemonía mundial

En EEUU crece la preocupación por el ascenso de la potencia asiática y su cada vez mayor volumen internacional. En ese tablero Nuestra América es una región en la que la presencia China es cada vez más notoria, mientras que EEUU busca conservarla como su patio trasero de siempre. Lo acaba de señalar Juan González, asesor del presidente Biden”La realidad es que la región es un lugar complicado en este momento de cambio global. Tenemos que buscar una forma con las economías más grandes de avanzar en temas estratégicos para nuestros intereses nacionales”. Sintetizaba así lo que en forma más cruda y poco diplomática habían expresado la secretaria del Departamento de Estado, Wendy Sherman, y la generala de la Flota del Comando Sur, Laura Richardson, a su paso por Buenos Aires. Proteger los recursos naturales, especialmente litio y agua (como si fueran de ellos) y preservar los sectores estratégicos para la seguridad continental (bloquear el ingreso chino a proyectos como la mal llamada hidrovía del Paraná, el espectro radioeléctrico del 5G y Atucha III.

La presencia china

La región de América Latina y el Caribe es ya el segundo mayor destino de inversión de la República Popular en el extranjero. Así lo asegura el Foro China-Celac 2022 (sector privado), que complementa la información agregando que hay 300 empresas chinas operando en la región y que el comercio alcanzó los 485.700 millones de dólares, mientras que la inversión, según The Dialogue Interamericano, suma 136.000 millones, fuertemente concentrada en Venezuela (60.0), Brasil (31.0 ), Ecuador (18.2 ) y Argentina (17.0)

La publicación argentina Dangdai –Intercambio Cultural- reproduce declaraciones del embajador Xou Xiaoli, quien afirmó que en poco tiempo se paso de 10 a 80 empresas chinas radicadas en Argentina y que el stock de inversiones directas alcanzó en 2022 los 12.800 millones de dólares en sectores como minería, energía, petróleo, agro y pesca. Señaló especialmente el litio con inversiones del orden de los 3000 millones con 8 empresas de su país y 14 proyectos. Además de créditos con destino específico.

Manos no tan vacías

Se van con las manos vacías dijo el presidente Lula da Silva al despedir a la delegación argentina que visitó Brasil buscando allí soluciones para nuestro ahogo financiero. Sin embargo el resultado del viaje a China fue bien distinto. No es que las manos de Sergio Massa et al desborden de dinero, pero los resultados han sido mejores a lo esperable.

Se obtuvieron créditos por 3500 millones destinados a obras de infraestructura. De esos, 900 millones ingresarían en los primeros días de julio y el resto según certificados de avances de obra. En septiembre próximo se concretaría el ingreso de Argentina al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS, con lo que se podría obtener la garantía para que los bancos brasileros financien la exportación de productos manufacturados a nuestro país (no está claro como se instrumentaría esta garantía). Se prorrogó y amplió a 10.000 millones el swap en yuanes, con lo que el déficit comercial de este año con China, estimado en 8000 millones, ya no presionaría sobre las reservas (que no se tienen, si no funcionara el swap solo quedaría no importar y profundizar la caída económica). Por otra parte al ser de “libre disponibilidad” permitiría intervenciones del Central en los mercados financieros. Al mismo tiempo se abrieron nuevos mercados de exportación, entre ellos el de tecnología nuclear para la producción de isótopos radioactivos y se mejoraran las condiciones para el turismo receptivo de la zona asiática.

Claro que el swap activado es un préstamo y a medida que se lo va utilizando se incrementa la deuda con una tasa de interés del 6.5%. Como contrapartida China ha reclamado: neutralidad para la adopción del 5G y que se llame a licitación abierta para la operación de la hidrovía del Paraná.

El próximo viaje

Sin embargo la apuesta fuerte está en el viaje a Washington. Que el acuerdo con el FMI era incumplible se sabe desde la misma firma del mismo, hoy se marcha a un nuevo acuerdo. Según trascendidos las metas a comprometer ya estarían aprobadas, incluso ya no se discutiría si habrá o no devaluación, sino cuándo será. Todos son conscientes que una devaluación en este momento desataría una hiperinflación con riesgo de desborde social y de la propia gobernabilidad del régimen. Además se pide que el Fondo adelante los vencimientos de todo el resto del año, unos 10.700 millones, y que un porcentual pueda usarse para intervenir en los mercados financieros. Esta es una decisión política que depende más de la administración Biden que de los tecnócratas del organismo internacional. Pero el tiempo apremia, en este mes y el próximo vencen unos 5000 millones y no hay con que pagarlos.

Condicionado por los acuerdos con el FMI, por los grandes grupos económicos que no respetan los acuerdos de precios, por las presiones devaluacionistas que ponen al país al borde a de la hiperinflación, por los próximos vencimientos de deuda el ministro viaja de un continente a otro sin por ahora contener la crisis. La incertidumbre económica se proyecta también a la política.